5.1.21

Dibucedario 2021 / 5 / Escarabajo Rinoceronte


No especialmente grácil en maniobras aladas, que son particularmente cortas y de escasísima altura, Escarabajo Rinoceronte se desplaza con tímida disciplina a ras de suelo. Por la excesiva lentitud de su deambular, ocupado en precaverse de rapaces, pájaros de menos fuste como abubillas o urracas y hasta de meloncillos o alguna timorata gineta, es manjar popular en los bosques. Ni sus toscos élitros, ni la intimidante erección de su cuerno impiden que sea una presa fácil. Constante y parsimonioso, inofensivo y sentimental, Escarabajo Rinoceronte se lamenta en su intimidad inasequible de que no se le facultara con las habilidades de otros insectos. Ah, Creador, qué crueldad la tuya, con qué desprecio me urdiste, susurra cuando se oculta en los troncos carcomidos de los árboles. Es inútil que sea la criatura más poderosa de la naturaleza, continúa. En tu bondad infinita me has agasajado con recia coraza, pero me alimenta la savia de los tallos y algunos frutos. Me pongo a salvo, en lo que puedo, no niego que escarbo con diligencia, pero no exhibo el coraje de otras criaturas tuyas. Necesito poco, no preciso ingestas masivas. Quizá esa frugalidad mía ha marcado mi endeble carácter. En las noches más oscuras, cuando el cielo es una bóveda infinita, medito sobre mi condición terrena. Toda la posible prosperidad de mi especie reside en la cobardía de nuestra ánimo. Tampoco soy hermoso. También ahí fuiste ruin. En lo demás, ocupo mi existencia en vagar sin rumbo. Mi vientre arrastra tierra húmeda y excrementos. Mi corazón es tierno como un pétalo de gardenia. De noche, cuando me muevo con más confianza, lo escucho crujir. Más que latir, cruje. Parece a punto de derrumbarse, pero prosigue su burda melodía. En el Egipto Antiguo se me atribuyó la creación del Universo. No es algo que me quite el sueño.

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