31.10.07
La noche de los muertos vivientes: Apocalipsis de bajo presupuesto
29.10.07
Santos y pecadores
Negro
28.10.07
America (II)
Hay imágenes con una biografía. Ésta es deslumbrante. Invita a pensar en personajes rudos, solitarios, abocados a una existencia errática. La culpa la tiene el cine, por supuesto. Pienso ahora en David Lynch, en Ridley Scott, en John Ford, caso que borráramos en un alarde de photoshop la carretera. Se me olvidan muchos nombres. Acuden escenas. Coches que se pierden en la distancia. Viajes hacia la redención o hacia el ocaso absoluto de una vida.
27.10.07
Haciendo patria
Marilyn Monroe no existe / Marilyn Monroe escribe poemas: revisión literaria del mito
Canción tristeTengo una lágrima colgandosobre mi cervezaque no termina de caer.Esta mal que me sienta morircuando contemplo lo que he vivido.Un mínimo alivioa tamaño dolorsería suficientecomo clavo ardienteal que agarrarme.Es estupendo estar viva.Me dicen, sí,que soy afortunada por estar viva.¡pero es tan difícil sentirlocuando todo me hace daño!
26.10.07
Every day I have the blues...
Mohamed Hosein Saffar-Harandi Ministro de Cultura y Orientación Islámica de Irán.
No tiene futuro en Teherán The White Stripes, The Strokes, Led Zeppelin (Black dog, Rock and roll), AC/DC, todo el blues del delta y tal vez (esto no lo tengo tan claro) David Bisbal o Chayenne o Jennifer López, iconos de la carne promiscua, embajadores plenipotenciarios del frívolo imperio de lo lúbrico.
Columnismo
25.10.07
Caótica Ana: caótico Medem
Cronenberg dice ser "un documentalista de los aspectos más oscuros del alma humana": le vaticino una filmografía prolija, apabullante, un trabajo duro con la brega habitual de personajes perversos, retorcidos, infectados por el mal y conjurados a padecer una expiación lenta, cuando no imposible.
Medem no hurga en el lado oscuro del alma: le importa escasamente la descripción de perversión alguna. La suya es una historia de casualidades, de ocultamientos, de ensoñaciones y, en todo caso, de desórdenes morales. A diferencia de Cronenberg, Medem hurga en la naturaleza poética del caos, en la sugerencia más que en la evidencia (explícita), pero lo hace mal, al menos, en esta Caótica Ana, que no convence. Además diré que, por tramos, aburre. Confunde el lenguaje metafórico con la escritura automática. Difumina los aciertos de las imágenes, que los hay y en cantidad, con obviedades, algunas rayanas en lo ridículo. Ese final no tiene pies ni cabeza ni argumento que lo defienda.
La cinta carece del rigor exigible a un cineasta del talento de Medem. Ni siquiera consigue el asombro, que es el requerimiento primaria de toda empresa que aspire a la categoría de artística. Negado el asombro, desarmada la capa más permeable de la sensibilidad, resta esperar un buen argumento, una elocuencia narrativa, pero no hay nada de esto. Medem conspira contra sí mismo y atenta contra el Medem que guardamos en nuestra memoria cinéfila. El Medem de Vacas, de La ardilla roja o de Tierra o de Los amantes del círculo polar, una exquisita indagación sobre la soledad y sobre el amor. Esta Ana es un disparate de vanguardia retorcida, un experimento grato a incondicionales (no me tengo por tal) y voluntariosos coleccionistas de imágenes (a veces incurro en ese vicio, pero Medem todavía no me ha motivado lo suficiente). Nada hay aquí perdurable. A Bebe le dan un papel borroso, poco creíble, de un natural casi pecaminoso. Ana (Manuela Vellés) es una mujer etérea: demasiado etérea. Pasa de ser un ángel de amor, una deidad promiscua retozante en playas nudistas y raves de playas barcadi a un brazo armado de las fuerzas del mal. Todo sin que tengamos la mínima información sobre las motivaciones verdaderas que mueven a esta fauna surrealista de personajes que Medem, cual demiurgo de sus vicios, saca de su manga a beneficio de alucinados. No me tengo por un espectador acomodado. Me inclino por una porción razonable de riesgo. Me hartan las películas o los libros o los discos que no indagan en sus propios compromisos y quedan en rutinarios ejercicios de mercado. Caótica Ana tiene, a su favor, la ambigua cualidad de ser diferente. Lo es en grado sumo. Medem, a diferencia de Mariano Ozores, pongo por indicativo caso, no hace películas para todos los públicos. Y no hablo de edades, claro.
Caótica Ana es una película activista, una declaración firme de principios morales y éticos muy sólidos. Nada de eso es posible ponerlo en solfa. Lo que Medem marra, y cómo, es en la textura de su idea, en la forma en la que sus preocupaciones toman cuerpo en imágenes. Si lo que ha pretendido es un "viaje al subconsciente", ha conseguido un paseo por las nubes, un atribulado capítulo de necedades apoyados en una imaginería visual potente y una aureola de director "iluminado" que es cosa de ir cambiando por director "ensimismado".
Este mundo de Medem está abocado al onanismo. Ibiza-Madrid-Nueva York no es un triángulo geográfico. El verdadero viaje es el interior, la fuga hacia adentro, que no quiere decir nada, pero que puede dar para escribir un manual sobre ombliguismo plenipotenciario o un tratado de onomatopeyas expelidas en el sutil y espumoso momento del orgasmo.
Para sesiones de hipnosis artísticas me quedo con los discos de Ravi Shankar o con algunos trozos de los primeros Pink Floyd, cuando Syd Barrett, enchufado de ácido, mandaba y ordenaba quién se colgaba, cómo y desde qué nube.
Para desórdenes morales y retorcidas regresiones entre lo patológico, lo onírico y lo metafísico me quedo con Lynch, con Cronenberg, genios con autoridad sobre la paleta de colores -grises incluídos - de la condición humana. O al menos de la condición más extraña. Ana no es extraña. La han escrito así.
La música de Jocelyn Pook (Eyes wide shut) contribuye a maniatar el espíritu y no desear salirnos de la sala y perdernos en nuestras propias tribulaciones. Yo tengo hoy dos o tres con las que amenizar un paseo por las calles.
24.10.07
23.10.07
Disturbia: Hitchcock para adolescentes
22.10.07
Sunshine: La teoría del bronceador sideral
21.10.07
Cebrián, encantado y feliz...
Killing America: El pecado, la redención y un buen cinturón de marca
20.10.07
Bocadillos de palimpsesto
Perdidos
19.10.07
Ay, Cuba, así no
Miradas
18.10.07
Oze Lui
Aquí todos flotamos
Derry, Maine: Pennywise, el payaso comemiedos, enfrentado a Los perdedores, que son, sin orden preciso, Bill Denbrough, Ben Hanscom, Beverly Marsh, Richie Tozier, Eddie Kaspbrak, Mike Hanlon y Stan Uris. El demonio lleva trescientos años agazapado en la sombra, escondido en las cañerías, vigilando el sueño de los niños como un súcubo asexuado. Mi amigo Antonio Sánchez ha viajado varias veces a su reino y ha visto un barquito de papel y una tortuga y un bibliotecario tímido y un amor imposible. Aquí todos flotamos. Anoche soñé con el payaso cabronazo. ¿Será una premonición, será un aviso de algo? Mejor vuelvo a Juan Ramón Jiménez.
Otro jazz es posible: Koop
17.10.07
Promesas del Este: El gángster lírico
16.10.07
Cultura para todos
La práctica amatoria apesta por frívola y por indecente, pero no siempre la televisión acude a las cabriolas galantes de sus títeres sino que posee programas de extraordinario valor formativo. Ejemplo: Mira quién baila, un ejercicio de inclinaciones voudevilescas que ameniza los lunes por la noche el retiro familiar alrededor de la mesa camilla.
Planeta
15.10.07
"Et introibo ad altare Dei..."
Vértigo de símbolos
Hay hasta periódicos (Público) que piden a su feligresía que delaten (es el verbo exacto) las calles, monumentos, parques o rinconcitos con nombre de personaje del franquismo. En estos tiempos de talante levantisco, de ética justicialista, de compensaciones históricas a la vera de la Constitución y de un puñado valiente de políticos dispuestos a escribir en cuatro años lo que nadie ha garabateado en veinte centurias, conviene una ley de revisión histórica, claro que sí. Conviene para templar los ánimos, pero no conviene para exacerbarlos. La retirada de símbolos franquistas, la restitución a los parias de la guerra de la dignidad arrebatada por los vencedores, puede convenir para que el país avance y restañe las heridad definitivamente, pero tal vez estaban ya cerradas y este activismo tan sólo ausculte una parte del corazón mutilado. La otra, alguna otra, nunca va a ser curada. Da igual que sea el lado vencedor o el lado vencido. Lados, en todo caso, atropellados por la saña de unos vecinos mal aconsejados en un contexto demasiado propicio para los malos consejos. Las guerras se escriben así. Luego es siempre tarde y el hombre arrebata al hombre su pequeña parte del paraíso.
El orfanato: Wendy acorralada
14.10.07
Admiración, decesos, ignorancia
13.10.07
Terciopelo azul: El mundo es extraño
Muros
12.10.07
Yo soy la Juani : Caspa show
El cine de Luna contiene la semilla de la rancia herencia tardofranquista y, al tiempo, un contenido dramático más espeso, más profundo: sus personajes son siempre nítidamente identificables, poseen su sello de la casa. Desde el Javier Bardem chulesco de Huevos de Oro o Jamón, jamón a esta Yo soy la Juani decidida y meteórica hacia su estrellato particular, que Verónica Echegui recrea con pasmosa naturalidad. Todo por un sueño, podríamos decir. La Juani deja su barrio, su marginalidad y se atraganta de Madrid. Ahí está la mejor parte del film: esa zambullida en los centros comerciales, en la vida fácil a lo Pretty woman, en los arquetipos del lumpen de la ciudad y la Juani se topa, de bruces, espectacularmente, con toda la calaña más ruín. Bigas Luna es hábil en fotografiar ese mundo de las afueras; siempre lo hizo y siempre lo hizo con pasión.
No falta el bacalao ( excesivo, en mi opinión ) y los nuevos iconos de la modernidad: el tuning, los móviles. A todo esta ensalada de peripecias de los clanes urbanos se le pone una estética de videoclip de MTV y garantizamos una taquilla más holgada porque Bigas Luna ha hecho, a su pesar, su mejor película impersonal: la que más se escora de su universo plástico.Y en el fondo uno ve a Bigas Luna como artista plástico, más que como contador de historias. Las imágenes moldean el texto: no al revés. La evidencia absoluta de esa conciencia artística hace que, en ocasiones, no se preocupe de que lo que narra agote las posibilidades ( enormes ) que se expanden a cada fotograma.
Un director de recorrido largo, que suele quedarse en una distancia más corta, pero a distancia de otros que, menos alucinados con los colorines y con los iconos de la España mediterránea y castiza-total, ni dan la talla en una cosa ni la dan en la otra.No podemos esperar de Bigas Luna la película total: nunca la ha dado, salvo Las edades de Lulú. Hace con esmero y con impecable estilo su oficio, que es hacernos ver sus sueños, sus rarezas, sus vicios.Antaño forjador de machos completos ( Bardem es su alter ego ), ahora ha consentido volcar su imaginario en el femenino doméstico, pintando una Juani perfecta, impagable. Fuera de ese retrato, que borda, la película es corta, fácilmente olvidable.Quizá su anticipada ausencia de solemnidad la haga más digna: tal vez. Rayana en lo hortera, Yo soy la Juani gustará ( y mucho ) a ese público adolescente que se identifica con el rosario de referentes kitsch que adornan voluptuosamente el metraje.
Rembrandt es una catedral
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