
I
El único cuento que Juan Carlos Onetti escribió sin fumar se llama El pozo. Lo escribió en una tarde, sin apenas retoques: lo hizo a modo de desahogo. En los años 30 se trasladó a Buenos Aires y estaba prohibida la venta de cigarrillos durante el fin de semana. El acopio de tabaco del viernes fue escaso y el hambre de humo alumbró el cuento. Durante años no concebí leer la prensa sin un buen paquete de tabaco cerca. Lo ideal, la conjunción perfecta, consistía en una barra de bar, un día de lluvia y un café humeante. A ser posible sin compañía. El cine siempre contribuyó a endiosar el tabaco. Pienso ahora en que sé para qué sirve el emboquillado contra la pitillera o, en su defecto, la mesa más a mano o incluso la esfera del reloj, que es lo que yo solía hacer en mis tiempos de fumador semiempedernido. Las volutas imperiales del tabaco han llenado escenas fantásticas de cine del alma, aunque después las autoridades adviertan que el cine puede matar y que la literatura de Juan Carlos Onetti debiera eliminarse de las estanterías porque contiene nicotina y el mismo Onetti, con su aspecto enclenque y enfermizo, parece también estar hecho de esa sustancia volátil, quebradiza, tóxica y lírica, según desee el amable lector hacer inclinar la balanza de los vicios.
II
II
El humo es cinematográfico y la política de la corrección nunca se dejó engatusar por la estética. A los que administran los gustos y las fobias, la exacta cópula entre la prudencia y la estulticia, les va de maravilla en eso de manipular a la siempre cordera masa. Algunos fumaron porque Humphrey Bogart fumaba.
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III
Y fumaban (o todavía fuman) Henry Miller, Rudyard Kipling, Joseph Conrad, Albert Camus, Gabriel García Márquez, James Joyce, Bertold Brecht, Orson Welles, Johnny Winter, John Wayne, Pancho Villa, Robert Louis Stevenson, Frank Sinatra, Ringo Starr, Man Ray, Keith Richards, Herman Melville, Dean Martin, Bob Marley, Charles Mingus, Pablo Neruda, Groucho Marx, Paul McCartney, Bob Dylan, Thomas Mann, Pablo Picasso, John Wayne, Sterling Hayden, Dirk Bogarde, Frank Zappa, Louis Armstrong, Peter Bogdanovich, Debra Winger, George Simenon, John Huston, Joaquín Sabina, John Ford, Django Reinhardt, Marx Ernst, Marlene Dietricht, Mae West, Josephine Baker, Honoré de Balzac, Rita Hayworth, Audrey Hepburn, Carl Gustav Jung, Joni Mitchell, Herbert Mancuse, Antonio Gala, Gloria Swanson, Carole Lombard, Guillermo Cabrera Infante, Pio Baroja, Camilo José Cela, Josep Pla, Alejo Carpentier, Max Aub, Russ Freeman, Greta Garbo, Dexter Gordon, Ava Gardner, Andre Gidé, Ramón Gómez de la Serna, Albert Einstein, Michael Caine, Freddie Mercury, Chet Baker, Peter Lorre, Jack London, John Fitzgerald Kennedy, Eugéne Ionescu, George Harrison, John Lennon, Miles Davis, Bette Davis, Sean Penn, Fernando Pessoa, Edgar Allan Poe, Cole Porter, Luis Cernuda, Mark Twain, Raymond Chandler, Bertrand Russell, Sigmund Freud, Sergio Pitol, Juan Marsé, Ángel González, Enrique Vila-Matas, José Manuel Caballero Bonald, John Coltrane, Bill Evans, Claudio Rodríguez, William Faulkner, Winston Churchill, Jorge Guillén, José Ortega y Gasset, María Zambrano, Dámaso Alonso, Antonio Machado, Pedro Salinas, Juan Benet, Terenci Moix, Jaime Gil de Biedma, Charlie Parker, Fidel Castro, Octavio Paz, William Somerset Maugham, Lord Byron, Oscar Wilde, Javier Cercas, Charles Baudelaire, Guillaume Apollinaire, Charles Bukowski, Luis Buñuel, Sean Connery, Julio Cortázar, Gary Cooper, Coco Chanel, Che Guevara, Marcelo Mastroianni...A todos los he visto fumar en alguna fotografía, en algún recorte de prensa, en televisión, en la pantalla. Quizá el atinado y amable lector tenga otros insigne comedores de humo. Holy smoke, lo dijo Cabrera Infante. Ah, y Charles Laughton, en Testigo de cargo, casi cometía asesinato por echarse un buen puro entre pecho y espalda a riesgo de irse a la tumba en la ventada. ..