En 1985 escribía a ratos: un probarse en las palabras, no mucho más. Anoche, buscando otra cosa, aparece un puñado de hojas encuadernadas en el que hay una veintena de poemas. No tienen título, cosa extraña en mí. De cualquier manera, si no pudor, sí extrañeza. Tal vez en el futuro me la produzca cuanto escribo ahora, los poemas que de vez en cuando (debería escribir más poesía) hago entre unas escrituras y otras.
mi amor por su herida sangre algas o versos esta noche sin cálices donde el invierno esgrime su discurso mientras dos o tres malas musas de mi confianza perpetran un devaneo de ángeles
mi voz tiembla con el alma zurcida a su gesto con el gesto amarrado a su carne
en ave o en helado mimbre o en blonda la sed busca cobija perpetuarse en los labios y conjugar un verbo inédito
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