18.5.22

138/365 José Ángel Valente




1

Cruzamos desiertos, desolaciones enteras sin nombre, luces remotas que a lo lejos proclaman la ceniza. 

2

La palabra es la única propiedad, el pulmón hondo y limpio que hace que el aire transcurra entre lo dicho y lo respirado, en el vértigo y en la fiebre, en el pulso íntimo, en el escándalo de la sangre.

3

Yo tenía ante mí la semilla, pero la decliné, me contuve de añadir nada más, ya estaba todo dicho, no había nada por hacer y ni siquiera lo dicho y lo hecho me conmovió. Fue un fulgor sin restañar la semilla . Una herida en la misma oquedad de lo absoluto. 

4

Mi casa es no mi casa, ninguna lo es, lo son todas. Ni yo soy quien parece, nadie lo es, todos lo somos.

5

El aire se nombra a sí mismo y no se escucha. Es un dios el aire. El fuego también se nombra, voz baldía. Es un dios el fuego. Así el agua, así la tierra. El aire deshecho en pétalos. Dulces o secos. Jadeantes. El pájaro toma conciencia del aire percutido. Lo atraviesa. Da al vuelo la consideración más alta. Una metafísica. 

6

La palabra no se consume, da siempre de sí un sucesivo alarde de claridad. Linde de lo oscuro, dijeron. Ocupación inmarcesible de la eternidad. 

7

Subes a lo hondo, vértice de la sed, encendido para siempre clamor como un puente hacia la luz o como un temblor que se obstina en brotar continuamente, en darse como quien de pronto carece de motivo y se entrega sin pesadumbre al silencio.

8

Lo peor es creer que algo ha empezado o que algo está a punto de finalizar. Pues no hay antes ni después. Las palabras carecen de la ortografía del tiempo. Es todo arremolinado hoy. El vano ayer. El entenebrecido mañana. 

9

Como una lengua de pálido fulgor que se desdijera en el blanco ocaso del silencio. 

10

Un navío deja que se le desarbole el cuerpo izado al aire como espuma. Lo arruina una tempestad. Lo silencia un eco mordido, un afán limpio de sacrificio. Se hunde con lentitud la madera antigua. El alcázar entero ha perdido toda compostura. Está el agua cubriendo la última verga. Debajo todo es ripio y clausura. Pronto no quedará nado, salvo la velocidad del olvido. Ni eso. La palabra únicamente. Ella ocurre. Se la ve descender. Ahora está diciendo qué vio. 

 




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