15.5.22

135/365 Joe Cocker

 





Bajó al infierno y se codeó con el diablo, le habló de tú, le dijo que no iba a encontrar en su casa nada que le escandalizara, así que el diablo le dejó salir. Se bebió Escocia entera antes de entrar en razón y hacerse un señor mayor, un hombre serio, un profesional que grababa sus discos, hacía sus giras y volvía a casa a pasear a sus perros y a escuchar soul en un altavoces caros. Porque Joe Cocker era negro. Le nacieron en la Inglaterra minera, en la parte pobre recién salida de la guerra, pero podía haber sido un negro de Detroit, un devoto de la Tamla Motown, un siervo de las plegarias de iglesia de los barrios pobres de la gran ciudad. No habrá canciones memorables, versiones de temas que sonaban mejor en su voz que en la del padre que la trajo al mundo. Era un obrero cualificado en interpretar los sentimientos ajenos, un gourmet exquisito, un privilegiado al que no le traicionó jamás la voz. Supo rearmarla, renunciar al huracán de antaño (hacía que el grito puro fuese melódico) y modularlo, adaptarlo a los nuevos tiempos. Envejeció muy bien, creo. Nadie le perdió el respeto..With a little help from my friends hizo que Lennon y McCartney descubriesen la joya que había compuesto. You are so beautiful es una canción que me ha salvado la vida varias veces. Yo soy de esos sentimentales a los que una canción puede salvarles la vida. Él se las apañó para que su don no decayese y el bendito numen lo agasajase con pundonor y una dignidad imbatible, capaz de contentar al público avezado en el cancionero de la Motown y al nuevo, que descubría un vozarrón único, adictivo y, sobre todo, respetuoso con el material ajeno, que hacía suyo de un modo asombroso. El fontanero del Sheffield proletario fue un tipo atormentado, hecho a deshacerse, zarandeado por los efluvios de cien destilerías y quemado por cien plantaciones. Sus movimientos espasmódicos en el escenario, el baile agónico de sus manos que parecen tocar un instrumento invisible, la torcedura imposible en la voz al acometer uno de sus gritos quedan para la historia del rock. Tuvo discos absolutamente antológicos, piezas mayúsculas en cualquier discoteca, (With a little help from my friend, Joe Cocker! o Mad dogs and englishmen, todas del periodo sublime) y obras de fuste vigoroso (Night calls, Organic o No ordinary world) no es posible encontrar un disco indigno. Por su discografía fluyen canciones de The Beatles, Van Morrison, Eric Burdon, Bob Dylan, Leonard Cohen, Ray Charles, REM, Randy Newman, Billy Preston, INXS, The Rolling Stones, Screamin' Jay Hawkins, Marvin Gaye, John Lennon, Aretha Franklin, Nina Simone, Robert Palmer, Squeeze, Steve Winwood... Tiro de memoria, me dejo alguna que no se pueda dejar atrás. Sorprende que fuese el soul el género con el que se fajara en aquellos setenta de la psicodelia y de la innovación electrónica. Sorprende que funcionara. Que la gira Mad Dogs no lo tumbara del todo o lo convirtiese en un zombi (más de sesenta conciertos en menos de dos meses). Que cayese y se levantase las veces suficientes como para imaginar que no se moriría nunca. Que no fuese perdedor hasta el final y muriera hecho un primor de hombre, recuperado de sus adicciones, repartiendo su talento en giras contadas, en discos pensados. Como si pensara seguir grabando hasta que no pudiera ni coger el micrófono con las manos o las manos (esas manos) se quedaran agarrotadas, incapaces de bailar o de tocar una guitarra en el aire. 

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