El frío es Gordillo con las medias bajadas atravesando a zancadas la banda izquierda de un estadio ruso un miércoles de Champions en febrero. Ahora pienso en Gordillo por la hierba bolchevique, ungido por el viento, conjurado, acercándose a la meta del glorioso Lev Yashin, aquella araña negra, calculadora, fría, bendecida por Cerbero, por la hinchada polar.
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