8.11.22

312/365 Joel Parish y Clementine Kruczyinski


 Llevo todo el día pensando en Joel y en Clementine. He pensado en ellos distraídamente, que es como a veces se piensan mejor las cosas. He pensado qué estarán haciendo. Si los personajes de los libros o de las películas sobreviven al estrecho formato en donde otros les dan vida. Si están en la imaginación de quienes los leen o los miran y los escuchan en una butaca o tumbados en la cama. Flecos de una historia. Los pedazos visibles de lo que queda en el interior cuando el tiempo ha impuesto su rigor y su vértigo. Están Joel y Clementine y está la posibilidad de que algunas películas nunca te abandonen y estén contigo incluso cuando no tienes conciencia de que existen. Gondry y Kaufmsn hicieron en Eternal sunshine of a spotless mind (Olvídate de mí en el caprichoso y torpe vertido al español) algo imposible: crear una historia romántica desde la incredulidad del amor. Joel borra a Clementine de su cabeza y Clementine borra a Joel. Lo hacen quirúrgicamente, sin error en el formateo. El proceso posterior de reenanoramiento es asombroso, lírico, panteísta, lúcido, loco, esperanzador, inasequible al desencanto, arrojado al abismo del amor con absoluto vigor. Hay días en que me da por pensar en ellos dos y acabo el día con la alegría que en ocasiones no acude. Un cuento de ciencia-ficción romántica, un descenso feliz a la posibilidad de que nada haya sucedido todavía y todo esté a punto de empezar. 

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