Todos las muertos son el mismo muerto, pero no hay vivo que se parezca a otro. Tiene morir ese relato democrático que los mancomuna a todos, aunque cada uno escriba con quienes lo festejaron en vida su particular libro de recuerdos. Se les ama con invisible festejo, se les procura la nostalgia como el que acaricia la piel que ama y la eriza de gozo, pero no tenemos con qué anotar la sutileza, el empeño lírico y epidémico de abrazarlos y darles cuerpo en el nuestro. La postrera sombra que nos llevará un día dará cierre a los ojos en el blanco día, pero no velará la memoria ni empañará su luz en nuestra vigilia. Hoy es el día de todos los muertos, pero en realidad es el día (no se precisaría que nos lo recordarán) de todos los vivos.
1.11.22
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