El futuro ya no es lo que era, lo dejó escrito Valéry. Tampoco sabes el pasado que te espera. San Agustín refirió que de no ser preguntado por el tiempo, sabía qué era, no así si se le requería una respuesta. Borges, con menos humor, sentenció lo poco que debe importarnos el infinito futuro cuando ya no es nuestro el infinito pasado. Del tiempo hay suficiente bibliografía como para no tener que añadir ninguna más. Diremos algo ya dicho, expondremos una ocurrencia que antes alguien ya registró. Creemos tener del tiempo la propiedad suficiente como para no hacer que nos preocupe en demasía, pero no está de nuestro lado, contradiciendo la letra de una canción de los Rolling de los sesenta. A veces se cree que somos el tiempo que nos queda, como escribió Caballero Bonald. Bergson argumentaba que el tiempo vivido y no sentido era baldío, que las vivencias (qué palabra más hermosa) hacían de él un tesoro. A mis alumnos les explico en el área de Conocimiento del Medio que las máquinas hacen que nuestra vida sea más placentera: hacen que tengamos más tiempo para aplicarlo a menesteres de mayor goce. Se oye con frecuencia que el patrimonio que debemos cuidar más cuidadosamente es el tiempo. A un profesor amigo mío que imparte Filosofía le pregunté cuál era la pregunta fundamental de su área y no dudó en afirmar que dar con la sustancia del tiempo. Cualquier metafísica es una tentativa de escudriñarlo, ni siquiera una tentativa (pobre, seca) de entenderlo. Sólo escudriñamos, sólo conjeturamos. El ayer da el presente credenciales para que irrumpa el futuro. El hoy es también evanescente. El mañana, inasible. De esta fragilidad surge la entera filosofía, toda la literatura, el trasiego privado de ser tan precariamente. Pero Mochuelo es más pragmático. Es un demiurgo involuntario, un dios de las pequeñas cosas. El mejor tiempo es el que no precisa ser contado, el delicadamente guardado, no revelado. Para ser mortales no le damos excesivo aprecio a la vida. Puro embeleso el del agua en la acequia, pero también el de la mano (el ala) que se sabe dueña de la vida que aplasta. Las machadianas moscas que hacían recordar todas las cosas tienen siempre el tiempo contado. Esa frase es curiosa. Da a quien la dice una autoridad sobre él, cuando no se tiene.
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