8.2.24

Dibucedario socrático 2024 / R de reír


“La alegría de un hombre es su rasgo más revelador, juntamente con los pies y las manos. Hay caracteres que uno no llega a penetrar, pero un día ese hombre estalla en una risa bien franca, y he aquí de golpe todo su carácter desplegado delante de uno. Tan sólo las personas que gozan del desarrollo más elevado y más feliz pueden tener una alegría comunicativa, es decir, irresistible y buena. No quiero hablar del desarrollo intelectual, sino del carácter, del conjunto del hombre. Por eso si quieren ustedes estudiar a un hombre y conocer su alma, no presten atención a la forma que tenga de callarse, de hablar, de llorar, o a la forma en que se conmueva por las más nobles ideas. Miradlo más bien cuando ríe."
Fiódor Dostoievski, El adolescente 

El pobre Sócrates, entiéndase la acepción más cariñosa de pobreza, ríe y da al reír la consideración más alta, aunque no la restituya más tarde en palabras, en una rendición argumentada que aliente alguno de sus amados diálogos. Reír es un don que no se deja manejar por el estricto proceder de la razón. Se ríe sin motivos. La risa manifiesta un consenso entre el alma y el cuerpo. Hay que reírse para no convocar el llanto, se dice. Porque maliciosamente expresado, la vida es un contratiempo más francamente inclinado a desalentarnos que a infundirnos ánimo, dado que tiene un fin y todos los días que se nos conceden antes de que se produzca son dádivas, milagros que deberían aceptarse con alborozo. Ríen los que no tienen nada que esconder. Quizá por eso nos prendamos ante la alegría expresada en risa de los niños. Es inofensiva la risa, aunque algunas provengan de la maldad. Hablando de maldad, he pensado en Jorge de Burgos, el monje ciego, trasunto de Borges. Él no sólo custodiaba la integridad de la biblioteca del convento, sino que censuraba a quienes proferían en risas. "La risa mata al miedo y sin miedo no puede haber fe, porque sin miedo al Diablo ya no hay necesidad de fe". La risa es herética, pero pensar en ella con el intelecto es hacer tripodología, esto es, buscarle tres pies al gato, me permite citar de nuevo a Umberto Eco. Por eso Mochuelo no le ve la gracia. No ha reído cuando Sócrates reía, no ha dejado que la risa, tan contagiosa, le afecte.Tampoco le preocupa que otros lo hagan. Luego Séneca dirá que la persona que no se ríe no debe ser tomado en serio.





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