Lo que al agua da el
oficio de cauce
es el vértigo de la tierra, la
hondura del aire.
Al aire se le desciñe la altura y
roza
con su invisible manto la orfandad
de la luz.
La ceniza es humo que
corteja
al azul del cielo y al loco
respirar del fuego.
Jadea el fuego, arde la luz,
brinca
como un pulso de sombra el
agua.
El agua gime cuando la abraza el tiempo.
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