Birmigham, 16 de Junio 2023 / Fotografías: Rob DeMartin
Era una de esas canciones viriles y melancólicas de náufragos en la ciudad y novias de dieciocho años en asientos traseros de Cadillacs prestados. Olía a gasolina en el aire y Elvis era el único rey. El río, que siempre es de Heráclito, dejaba en las orillas su manso inventario de prodigios cotidianos, su temblor íntimo, su sangre novicia, su himno perfecto. Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. A lo lejos parpadeaban las calles y Mary dijo que estaba embarazada. Lo siento, murmuró entre lágrimas. No hubo flores en la boda. Ni viaje a moteles junto al mar. Ni siquiera el novio llevó un buen traje. Le prestaron una chaqueta y puso una sonrisa de circunstancias, pero el río siempre vuelve, los llama, les invita a que aparquen el Cadillac (que era de un hermano) y vean las estrellas de New Jersey por los cristales empañados de sudor. Roy Orbison estará cantando para los solitarios en el viaje de novios. Su voz tierna les hará llorar una vez más. Al volver, les pedirán un relato de las escaramuzas. Esqueletos de Chevrolets quemados devoran las calles. Muestra un poco de fe, hay magia en la noche. Mary puede no ser una belleza, pero hay besos eternos. La tierra prometida está al otro lado de la carretera. La ciudad la pueblan perdedores esta noche, pero en mi corazón siempre hay un estribillo con el que mecerte hasta que la oscuridad te robe el miedo y caigas en mis brazos. Esa fue la declaración de amor. La luna asistió al cortejo. Mientras, estoy solo. Nunca he estado tan solo, nunca estaré tan solo. No tengo dónde ir. Los amantes desesperados bailan en las playas de Stockton's Wing. Se ven desde aquí. se les oye gemir de tristeza. Juramos que viviríamos siempre en estas calles. Wendy, Mary, qué mas da. Os quise tanto. Os quise como si todo estuviese escrito en una canción de las que ponen en la radio. Sólo soy un jinete asustado, un perdedor más. Paseo las calles con mi cara de niño bonito al que no salen bien las cosas. Sólo soy descarriado. Uno que ha oído rechinar por el bulevar los cascos oscuros de los caballos del rock and roll. El parque de atracciones se alza desafiante. Los chicos saben hacerse los duros y las chicas se acicalan con prisa y beben a morro. Hemos visto el pecado de cerca, lo hemos tuteado. Nos miró el diablo y nos echó el brazo por encima. Hemos caminado juntos un buen rato por el filo de la navaja. El cielo estaba a medio hacer y sonaban canciones de la Tamla Motown. Soy el hijo pródigo y estoy buscando el camino de vuelta a casa. Ahora estos recuerdos vienen y me hieren. Los quiero apartar, pero escogen las palabras y hablan por mí cuando abro la boca. Ojalá despierte mañana en una ciudad de ángeles. Caminaré por la carretera del trueno. La pisaré con mi chupa nueva, tocaré una canción para ella.
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