Creo que toda la literatura es una indagación sobre la memoria. A ella confiamos nuestra entera existencia. La misma vida es un ejercicio de remembranza. Sabemos qué hicimos o a qué placer nos arrimamos, tenemos la voluntad de apartarnos de lo que nos hace daño, practicamos con desigual fortuna la repetición de cuanto nos reportó la alegría o insinuó el advenimiento de la felicidad. Ya somos el olvido que seremos, escribió Borges en Aquí, hoy. Somos lo que nos ignora, el principio y el término, añade. Dios salva en su profética memoria la lluvia y las estrellas, el rostro multiplicado en los espejos y el sueño frágil del porbenir, la diversa concurrencia de los días y la oscura sentencia de las noches. Al otro lado, el ocaso, donde todo está, donde refulge el universo, que es una extensión de nuestra memoria y un ciego y torpe aviso de que nos cerca el olvido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Leer (otra vez)
Leer no garantiza que seamos más felices. Ni siquiera que la felicidad nos visite mientras leemos. Es incluso posible que la lectura nos p...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Almodóvar c arece de pudor. Hitchcock tampoco era amigo de la contención. Cronemberg ignora la mesura y se arriesga continuamen...
-
E n ocasiones, cuando se ponía sentimental, mi padre me concedía una parte suya que no era la acostumbrada. Abría el corazón, mostrab...
No hay comentarios:
Publicar un comentario