A veces me da por pensar en todos los personajes de novela que sabes que van a morir a poco de que las empiezas o en todos los que no encontrarán el amor o a los que no les sonreirá la fortuna o en esa legión de personajes que no encuentran su lugar en el mundo. Pienso también en el autor, en todos los autores de todas las novelas del mundo, en la responsabilidad que tienen cuando hacen avanzar las tramas y escogen un camino y desechan otro. Y luego entreveo mi propia trama y percibo todo lo que tengo de personaje, en los caminos que se escogen y en los que no, en la incertidumbre de fondo de no saber nunca si la novela es de amor sobre todo o la anima cierta intriga, no mucha, si se me permite opinar, la justa, sin la estridencia de otras que uno admira en la vida de los demás o en las vidas leídas, noveladas, echadas a andar a sabiendas de que acabarán en tragedia.
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