Roy Orbison está cantando para los solitarios.
Esqueletos de Chevrolets quemados devoran las calles.
Muestra un poco de fe, hay magia en la noche.
Mary puede no ser una belleza, pero hay besos eternos.
La tierra prometida está al otro lado de la carretera.
La ciudad la pueblan perdedores esta noche, pero en mi corazón
siempre hay un estribillo con el que mecerte
hasta que la oscuridad te robe el miedo
y caigas en mis brazos. Mientras, estoy solo.
Nunca he estado tan solo, nunca estaré tan solo.
No tengo dónde ir. Los amantes desesperados
bailan en las playas de Stockton's Wing.
Se ven desde aquí. se les oye gemir de tristeza.
Juramos que viviríamos siempre en estas calles.
Wendy, Mary, qué mas da. Os quise tanto.
Os quise como si todo estuviese escrito
en una canción del primer Elvis.
Sólo soy un jinete asustado, un perdedor más.
Paseo las calles con mi cara de niño bonito
al que no salen bien las cosas.
Sólo soy un niño descarriado.
Uno que ha oído rechinar por el bulevar
los cascos oscuros de los caballos del rock and roll.
El parque de atracciones se alza desafiante.
Los chicos saben hacerse los duros
y las chicas se acicalan con prisa y beben a morro.
Hemos visto el pecado de cerca, lo hemos tuteado.
Nos miró el diablo y nos echó el brazo por encima.
Caminamos un buen rato por el filo de la navaja.
El cielo estaba a medio hacer y sonaba Roy Orbison.
Soy el hijo pródigo y estoy buscando el camino de vuelta a casa.
Ahora estos recuerdos vienen y me hieren.
Los quiero apartar, pero escogen las palabras
y hablan por mí cuando abro la boca.
Ojalá despierta mañana en una ciudad de ángeles.
Caminaré por la carretera del trueno.
La pisaré con mi chupa nueva, tocaré una canción para ella.
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