La pintura contiene trazas de realidad que la misma realidad no disimula, de modo que a veces, según uno mire, a cargo de la locuacidad de la mirada, no se distinguen y arman a su tornadizo antojo el paisaje. Al fotografiar desde muy lejos a esos niños en sus juegos en la playa, agrandando la toma, resultó un cuadro. Un Sorolla, quise creer. La luz en Cádiz es maravillosa. La vida a ella cosida fulge, se recama de matices y hace un delicioso trampantojo con sus colores.
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2 comentarios:
Tal como lo dices, me pasa a menudo con el paisaje de playa.
Muchisimas veces es literal una pintura del mejor artista y uno se queda ahi, en silencio maravillado. Un abrazo y gran noche
Gracias, Eli. Es así. El mar es arte en sí mismo. Esté como esté. Es belleza siempre. Buena noche para ti también
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