El hierro codicia el aire izado hacia el azul sin fin. La confianza del metal en su verticalidad pura saquea la limpia ofrenda de la luz. Quieta y alerta, la verdad se desquicia cuando la maquinaria corrompe el silencio perfecto de ese esplendor que desea consolidarse. Está el paisaje en construcción. Resuelve la incertidumbre de quien lo observa. Lo agasaja sin atisbo de cansancio. Claridad alta sin clausura. Legítima vocación de optimismo. Loca euforia contra la sensatez. Al final todo se debatirá entre ser poético o ser cartesiano. La tentativa de lo sublime contra la mediocre certificación de lo útil.
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