Es frágil la espera. Tiene trazas de euforia y de desaliento. Se adhiere sin entusiasmo, ocupa los huecos que deja la debilidad y lastra toda la herrumbre y todo el temor. El tiempo en que transcurre posee otra velocidad: se desquicia, se corrompe, malogra la memoria y emponzoña el porvenir. No sabe uno cómo manejarse en ella, qué hacer para distraerse y pensar poco o no pensar nada. Por más que se crea adiestrado el oficio de esperar, siempre hay un resquicio, una voluntad ajena que socava cualquiera que podamos disponer y nos postra. Esperamos a que tercie la fortuna en favor nuestro. Decimos fortuna cuando no siempre es ella, pero confiamos en el azar, es más soportable, se deja mejor. Ahí seguimos. Esperando.
19.7.21
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Comparecencia de la gracia
Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Celebrar la filosofía es festejar la propia vida y el gozo de cuestionarnos su existencia o gozo el de pensar los porqués que la sustenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario