Dicen de mí que era obediente y disciplinado. Eso refieren los que todavía pueden contar algo de aquel tiempo del que yo no tengo propiedad alguna, por lo que confío en el relato de esa vida mía tenida ahora en penumbra, sin asiento fiable ni recuerdo que prospere y no se pervierta ni difumine. Traen si les pregunto o incluso sin entrar yo en que se explayen escenas que remarcan mi condición de infante sin ínfulas de nada extraordinario, sino manso en su discurrir y un poco zangolotino cuando hace falta, un poco por extraviarme en las travesuras que veía en otros y otro poco por tener yo mismo iniciativa e ilusión por descarriarme con prudencia, sin dar indicio de que pudiera enviciarme y afincarme allí, quién sabe con qué peligrosa fortuna.
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