4.2.23

Elogio de la gratitud

 Hay gente que no da las gracias nunca, no entra en sus cálculos esa deferencia amable hacia el otro, no hay motivo, no hay nada que agradecer. Quizá desconozcan la idea misma del agradecimiento, no se la explicaron en la escuela, ni en casa. Pasaron los años y no tuvieron que darlas, no hubo ocasión, nada se les hizo por lo que tuvieron que expresar la gratitud. Se puede vivir una vida entera sin dar las gracias igual que se puede vivir sin beber absenta mientras se leen cuentos de Poe o sin pasear el Madrid de los Austrias poco antes de descollar el alba. Hay cosas que son prescindibles. El cuerpo sigue funcionando igual, todos sus órganos se aplican con la misma eficacia. Se podría incluso decir que dar las gracias no garantiza que alguno de esos órganos trabaje de manera óptima o que el cansancio sea menor y se dure más años. 


Hablo de dar las gracias, pero bien podría haber empezado diciendo que hay gente que no pide perdón nunca, no entra en sus cálculos pedir perdón, no hay motivo, no hay nada por lo que pedir perdón. Quizá desconozcan la idea misma del perdón, no se la explicaron en la escuela, ni en casa. Pasaron los años y no tuvieron que pedir perdón, no hubo ocasión, nada hicieron por lo que pedir perdón más tarde. Se puede vivir una vida entera sin pedir perdón igual que se puede vivir sin haber escuchado los cuartetos de cuerda de Haydn o sin haber tenido una novia argentina o un hijo zurdo. Hay cosas que son prescindibles. El cuerpo sigue funcionando igual etcétera. Hay gente que no da nunca los buenos días o que los da sin sentir que son buenos de verdad o buenos a medias, pero siempre hay algún día peor que podemos recordar o uno que no levantó cabeza y acabó con la tristeza y el abatimiento de los días malos, todos esos días en los que no sabes bien qué decir y decides no emitir opinión alguna o no decir buenos días o no dar las gracias o no pedir perdón. 


Lo malo es que hay gente que se enquista en esa rutina y se siente a salvo en ella. Creo que el mundo de hoy en día está mal porque nadie dice buenos días con el corazón o porque nadie agradece las cosas buenas que se les hace o porque no pide perdón cuando debe hacerlo. Hay gente que no hace ninguna de estas tres cosas jamás. Por mucho que afines, no das con el momento en que los escuchaste dar un buenos días como dios manda o un muchas gracias sincero o un perdón a tiempo. Leí hace unos días que se nos va agriando el carácter a medida que desatendemos estas normas de convivencia o estos patrones de comportamiento. 


Unos neurólogos (creo que eran neurólogos) sostenían que la gente que saluda, sonríe a quien le sonríe y elige palabras amables para dirigirse a los demás, pudiendo no saludar, no sonreír o eligiendo las que no son amables o las airadas, vive mejor, vive más en muchos casos. Han relacionado (ellos sabrán las razones, más de una habrá) el bienestar con el lenguaje y con los gestos que usamos. Luego hay días en los que no se tiene gana alguna de ser amable y bueno y dar los buenos días y las gracias y pedir perdón. Hay días vacíos, días huecos, días con una intolerable sensación de desamparo, pero hay que luchar para que no prosperen, hay que apartarlos, no permitir que nos frecuenten, ni que se acostumbren a visitarnos. Hay días sueltos, claro que los hay, en los que no hay voluntad de casi nada. Ojalá fuesen pocos, ojalá nos pillen solos.

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