2.3.22

Un cántico

Para J.A.V. 


Fe en la palabra, 

en lo que la palabra abarca y no expresa, 

en la extensión exacta 

en donde la palabra proclama su reino,

lo tendido a modo de vínculo 

entre el vacío y lo revelado.


Fe en la armonía, 

en el alfabeto, en la sílaba, 

en la materia oscura y purísima, 

la materia intrascendente, 

la abrasada por el caos, 

la que inútilmente sangra 

y tiembla para ser rescatada 

y puesta al servicio de la belleza.


Fe en el corazón 

fundado en el asombro, 

mecido en el asombro, 

ocupado entero por el asombro 

primero con el que el mundo fue hecho.


Fe implacable, fe lúcida, fe lírica, fe total.

La fe izada al distinto cielo, 

volada sin discurso, 

a punto de sobrevenirse en luz.


Fe como un nudo de misterio 

en el poema.

Fe en los días sucesivos, 

en venideros, 

en los días de la ceniza y del salmo. 


Fe en el mismo amor. 

Como una brújula loca. 

Como un súbito susurro de Dios mismo. 


La fe cruzando un desierto y su secreta desolación sin nombre, dijo el poeta. 

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