El poeta es el cartógrafo del alma.
Todos los feligreses son, en el fondo, teólogos amateurs.
El escritor siempre fornica con su prosa.
El náufrago escribe monólogos de alga.
El cielo es un libro para el que está solo.
La fatalidad carece de efemérides.
El azar escribe renglones torcidos para lectores perezosos.
El maestro es un escaparatista del alma.
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