12.2.21
En la muerte de Chick Corea
Hay personas a las que no conocemos que nos han otorgado la oportunidad de ser felices o que, mientras nos agasajaron con su talento, se produjera la irrupción de una felicidad pequeñita, que puede ser confundida con una alegría desbordante. Una de esas personas que no he tenido el placer de conocer y que, sin embargo, llevan conmigo casi cuarenta años es Chick Corea, que nos dejó anoche. Mi trinidad de grandes pianistas son Keith Jarrett, Bill Evans y Chick Corea. Uno ya no puede tocar y los otros dos están muertos, pero tengo aquí a mi espalda muchos de sus discos así que puedo llamarlos y pedirles que me hagan feliz. Una felicidad pequeñita. Una alegría desbordante. Ha dejado escrito que agradece que el fuego de la música no le haya abandonado. Sigue ardiendo .
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