Hay vidas improbables que le tocan a uno en suerte o es una sola vida y su vértigo la multiplica. Duele siempre su conclusión. La noticia del cese. La evidencia notarial del acta que rigurosamente consigna la ebriedad de los días, ese dulzor incierto en los labios que nos escolta, ufanos, al sueño.
Todos estos años de cómplice matrimonio con el aire y cuesta todavía meterlo entero en el pecho y sentirlo estallar adentro
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