Una vez se ha llegado a la conclusión de que se ha escrito mucho tal vez convenga aceptar que se ha leído poco.
El pasado es una estación propicia para el desencanto. El presente es una fugacidad a la que no hay dar mayor importancia. El futuro es lo único a lo que se podemos asirnos sin miedo a equivocarnos.
Se tiene ganas de salir para tener ansia de regreso. Dicho a la reversa: hay apetencia (cada vez mayor) de permanecer en casa para tener como único anhelo abandonarla.
Sobre cierta joven dama de la alta sociedad que acudía sin falta a todos los eventos culturales no se ha escrito mucho, a pesar de que no hay quien no la haya visto y hasta departido con ella en el entreacto o la salida del evento, puesto que llegaba invariablemente tarde y recorría con evidente ausencia de pudor el pasillo abierto entre la concurrencia para acomodarse en la silla que nadie ocupaba.
Ser joven es declararse incapaz de comprender a la juventud.
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