Ayer tuve un amago de desmayo a última hora de la tarde con un disco de Sarah Vaughan. El jazz vocal de los cincuenta tiene desmayos para quien los busque.
El aforismo es más pirueta que miniatura y más punzada que caricia, pero no desoye lo pequeño ni lo amoroso.
Toda pesquisa es hija del miedo.
Hablar es desdecirse.
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