A mi corazón, más que la mala vida, lo malogra la mala literatura. Las palabras, cuando no casan, si lastiman y horadan, hacen que enfermes con más torvo fervor que el tiempo.
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La fatalidad hace que descarríen vidas ejemplares. Hay quien no precisa que comparezca el azar. Quien carece (adrede) de ejemplaridad.
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Vivir consiste en calcular con esmero los riesgos, en observar el vuelo irregular de los pájaros, en desangrarse con tibieza verbo adentro.
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Las palabras con su vértigo dentro, con su fiebre sin fuego, con su cárcel dulcísima, con su fe oscura, con su huella de humo.
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Encontré, como Cortázar, consuelo en Coltrane.
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Subí un risco alto, vi arriba declinar el día, la noche prosperando, el aire puro, el verbo limpio.
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