Hay un milagro en el abrir del día que no puede ser comparado con ninguna otra manifestación de la sabia naturaleza. Su eclosión contiene todas las demás y su entusiasmo de vida es la vida misma. Guarda la sabiduría de lo antiguo, expresa la novicia plenitud de lo por venir. A veces me extasío en su contemplación. Miro el cielo y me interrogo sobre la mecánica del azar o sobre la disposición de los astros o sobre la geometría de sus líneas. Pienso en Dios y pienso en la verdad como un enigma y en la belleza como un don. Luego el día acomete el cobro de sus peajes. Hace su próspera decantación de pesares y de sombras, pero todo vuelve a su limpia fuente cuando el sol irrumpe de nuevo. Vivir consiste (creo) en participar en ese teatro antiguo de los días que bailan el azul del cielo y de las noches que tutelan la visita invariable de la luz cuando amanece.
3.7.23
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Comparecencia de la gracia
Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Con suerte habré muerto cuando el formato digital reemplace al tradicional de forma absoluta. Si en otros asuntos la tecnología abre caminos...
-
Celebrar la filosofía es festejar la propia vida y el gozo de cuestionarnos su existencia o gozo el de pensar los porqués que la sustenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario