12.2.21

Prisas


                                                 (La vida es demasiado corta para retirar un USB en modo seguro)

 No se tiene tiempo para nada o se tiene una idea confusa del tiempo y lo perdemos y más tarde lo perdemos nuevamente al pensar en cómo lo perdimos. Días en los que uno franquea obstáculos sin que se aprecie flaqueza. Días enteros en los que se hace aprisa lo que no requiere velocidad. Días de ir y de venir y de no saber a qué se va y a qué se viene. Días para no recordar nada de ellos. Días de un gris oscuro. No se sabe bien cómo sortear estas inconveniencias. Se les resta importancia, se aplica la fórmula de siempre hay días mejores y de que el sol sale nuevamente cada día. Se piensa (un poco impelido por esa misma prisa que no se entiende y de la que no nos deshacemos) que mañana será todo distinto o que habrá algo uno de esos momentos majestuosos de belleza plena o de armonía absoluta. Se tienen a ratos o se tienen a ráfagas. Hoy el día ha sido de una limpieza emocional absoluta. Todo transcurrió con una serenidad que hacía tiempo que no encontraba. Será que el cuerpo está cansado o que la cabeza no rige con soltura y se amodorra y encuentra un lugar para sestear y no pensar y dejarse ir. Es algo que traen a veces los viernes, pero entra en lo razonable que irrumpa ese prodigio en domingo o, más extrañamente, en lunes. Tengo un par de amigos que tienen una relación sentimental con los días de la semana. Cada uno posee su historia y su querencia o su desprecio. Yo los amo a todos. Hoy estoy particularmente enamorado de esta noche de viernes. No hubo prisa en ningún tramo del día. Ni en el trabajo, ni en casa. Ya habrá trasiego, quién niega que también el ajetreo (me encanta esa palabra) tiene su encanto. Hoy no, hoy no. 

2 comentarios:

Mi nombre es Mucha dijo...

tu texto trasmite vida

Emilio Calvo de Mora dijo...

Gracias, así querría que se leyese.

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