Me pregunto qué hará Dios en
lo más oscuro de la noche,
si abrazar la tiniebla es un
oficio y si le gusta,
si el cielo es, a consideración
suya, limpio,
y en esa blancura se esmera en la
voz y habla
con más afecto a sus hijos, si no
percibe el color
ni el olor de la sangre ni la
advierte sus manos,
si Dios es un muerto en la noche
que recita
la arenga negra de su soledad
infinita,
pero no tengo palabras,
no hay con qué contar la sustancia
del aire
ni mi voz tiene palabras para
nombrar el asombro.
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