20.8.23

El mar, el cielo, la memoria


 No sé dónde hice esta foto, pero es el mismo mar que vio Ulises antes de que le ataran al mástil y el canto de las sirenas no lo enloqueciera. Al mar se va sin propósito como al buen ánimo se entra sin que se razone la causa. No se delibera, no se planea. Hay un fulgor, una eclosión o un milagro. La topografía de la dicha es cosa de poetas, no de cartógrafos. El mar es el entusiasmo del espíritu. También la verdad pura, su piel sin mudar, su incansable cuenta de asombros. Siempre pensé que su contemplación es la constatación del infinito, que se eleva al cielo. La tierra es una anomalía. Aire y agua, ese principio elemental del caos. Es una catedral el mar. La piedra es sal con su alfabeto de espuma. Hay días en que su añoranza es insoportable. Días de seco llanto o de hondo y terco sueño. Un espejo para quien lo encuentra. Un rumor de lejanía. Un alivio para cuando el aire pesa como un mal fardo de esperanzas. 



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