Hoy me siento autocomplaciente y atrevido. He seleccionado algunos de mis mejores poemas y los he sometido al escrutinio de la IA. Le pedí que eligiera el más lírico, el que más pudiera conmover al lector novicio y al avezado. Tardó menos de lo que me ocupa a mí buscar el botón con el que encender el ordenador para hacerme ver que todos esos poemas eran de una gran factura. No sé si decía factura o fractura. Estoy por abrir el historial de la aplicación y dar con el comentario exacto, pero no me atrevo. No vaya a ser que me esté esperando y diga algo que me soliviante y arruine las ganas de dormir que me acaban de entrar. La IA no tiene ni idea del día que he tenido. Ha sido un no parar. Mañana le voy a pedir que me recomiende alguna manera para que el trasiego de mi vigilia no arriesgue la visita del sueño. Esto no ha hecho nada más que empezar. Qué frío va a ser el futuro. Buenas noches. Me acuesto.
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