13.10.23

vigilia

 


ah el presente, los que vigilan el tiempo lo ignoran o le confieren la vigencia de lo inasible, el rumor de un súbito crujido, es la niebla la que avanza, la niebla como una lagartija al escalarte el pecho, ella se apropia de la voz y adormece las palabras en el aire, las arrulla y luego las desecha, en ocasiones el rumor desangela el aire mismo y hace residencia en la luz, desde arriba te observas y traduces a lo que entiendes lo ofrecido, está la sangre y están los verbos, furiosamente la sangre y furiosamente los verbos, la niebla arrojada como un dios de los bárbaros, la fiebre rivalizando con el vértigo por la posesión de tu sombra, desde adentro escuchas la niebla incontenible, la luz gangrenada, la pobre evidencia de los años ganados al olvido y sacrificados ahora, el rumor sin alivio de que no hay nada más y todo acaba cuando los ojos no ven y la voz no dice, algo no obstante subsiste, el mapa por donde discurren los milagros, su alfabeto oscuro, el futuro con su savia, la memoria con su orquesta, los tiempos dulces y los de la tiniebla, la levedad prescrita como un cáncer, el cuerpo comido por un insecto obstinado, el alma barrida por el peso infame de todo ese dolor, los dientes abriendo la herida, cuesta respirar y los libros siguen cerrados, la luz también cerrada, las palabras en el aire buscan quien las tutele y adiestre, así fui conociendo el corazón que me cuenta a los demás y dice que soy la extremidad extirpada de un cuerpo ya en fuga al que no es posible invitar al festín de los sentidos, oigo el corazón en la bruma, atiendo al corazón entre las luces, me esmero en complacerle en lo que puedo, él procura que no me pierda ni lo extrañe, así los dos como una exquisita pareja de baile, así la música hechizando el verbo, así los años herrumbrando las cosas, los días persiguiéndose, la palabra empeñada en explicarme, en decir quién soy o a qué he venido, el poema como una espuma salvaje lamiendo la playa que ha besado el mar, el cielo finge arribe, la tierra no consuela abajo

No hay comentarios:

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...