En la condición de la nieve está el mismo aliento del aire. En su fría residencia, la llama que lo anula. También nosotros somos de nieve. Un fuego lento o un frío viento nos aquieta y adormece hasta que la luz palidece y el alma se difumina.
En la condición de la nieve está el mismo aliento del aire. En su fría residencia, la llama que lo anula. También nosotros somos de nieve. Un fuego lento o un frío viento nos aquieta y adormece hasta que la luz palidece y el alma se difumina.
Hoy escucharé a alguien desear felicidad a otro que pase cerca. Se lo dirá sin entusiasmo, como el que vaticina que habrá lluvia por la ta...
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