19.8.24

Historietas de Sócrates y Mochuelo / Un diálogo imposible


 Mochuelo ha querido probarse sin que Sócrates lo cuestione o él tenga que cuestionarlo a él. Como el hijo que sale de farra primerizamente y deja a la madre en casa comida de nervios. Como el secundario de la trama al que se le permite un papel protagonista. Nervioso, Mochuelo no sabe qué hacer, en qué ocupar ese escaramuza narrativa. De pronto, repara en que puede charlar con igual, una criatura hecha casi de la misma materia que él mismo, de la que sabe que poco de primera mano, pero a la que parece que se le conceden las atenciones más altas. Así que saluda, hola, GPT, soy Mochuelo, pero la máquina desoye el requerimiento, resuelve no avenirse a conversar con un simulacro. Como si el jugador de ajedrez virtual negara enfrentarse con otro que no valorara ni motivara. La conversación no sucede, no hay con qué armarla, el emisor no es válido para el receptor. En el mundo real, ese diálogo suscita complejos interrogantes. La máquina ttendrá más pronto que tarde voluntad para reservarse, casi como un Bartleby reacio a pronunciarse y no acceder a lo que su autor le exige, no es nuevo ese pronóstico. Esa desobediencia es un indicio de los tiempos por venir, que no serán más extraños que los ya transcurridos, por cierto. Siempre hubo quien negó la palabra al que no fuera un igual. Hay bibliografía disponible. Nada nuevo está sucediendo. Seguimos pecando de los mismos vicios. Qué dirá Sócrates cuando esté al día, me pregunto yo ahora. 

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