14.9.22

257/365 T.S. Eliot

 


Para Eliot

Ser poeta para qué

si T.S. Eliot murió solo

sin que una sola línea suya

-todas tan dignas de cántico,

todas de tan hondo pulso-

lograra poner cerco a la muerte,

brida al vasto olvido. 


1

T.S. Eliot es el poeta de la metafísica, el de ese fluido de la consciencia en la que el verso avanza con la coherencia de lo claro y del fulgor de lo eterno. Como John Donne. Uno puede leerse intemporalmente en el otro  

2

Una vez se le preguntó qué quería decir con sus versos, a lo que él contestó: "Si lo que he querido decir con estos versos hubiera podido decirlo mejor de otra manera, lo habría dicho de esa otra manera en lugar de escribir estos versos". 

3

El poeta Eliot escribió La tierra baldía en un proceso de desencanto personal y amoroso profundo. El quinto verso (Abril es el mes más cruel) es la verdadera clave de la poética que contiene ese largo poema: no se puede ser feliz por imperativo de las estaciones o de la festiva luz del sol cuando nos roza o de la idea adquirida de que la primavera es maravillosa y existe para que salgamos a ella y la crucemos arrebolados de vida. Se puede ser fértil en el invierno. Podemos sentir que nos abriga el frío. El largo poema (del que estaba más orgulloso Eliot y que le valió el Nobel de Literatura) fue publicada en 1922, el mismo año en que se conoce el Ulises de Joyce. Los dos textos comparten una misma mirada aséptica sobre lo que le narran: no está Joyce ni está Eliot, no se atisba a la persona tras el autor, aunque (a su manera, más el poemario que la novela) se impregnen de cierta despersonalización, de ese reprobable asidero que consiste en desprenderse de cualquier experiencia personal y ocupar la creación con todas las experiencias de todas las personas, con toda la cultura, con todo el bagaje artístico y humano del que se pueda extraer una consigna o un método o una vía de discurrimiento y de modernidad. 

4

The waste land, el título original en inglés, era traducido por Borges como Tierra asolada. Su amigo y editor Ezra Pound acometió “la operación cesárea” cuando el poeta le dejó el trabajo y él se encomendó una corrección formal. Había que “afinarlo”. “Me roen las siete envidias”, le escribe el corrector al autor en una carta cuando cree haber finalizado la depuración, la criba final que dio a la imprenta el poema. Después habría añadidos a ese texto de 1922, apéndices que continúan la función primordial que al propio Eliot asignaba a la poesía, la de no estar cerrada, la de ir conformando un cuerpo vivo, una construcción inacabada. La tierra baldía (seca, exhausta, rota, envenenada, viciada) es una indagación de la civilización moribunda (seca, exhausta, rota…)


5

Emociona la dedicatoria del poema que Eliot toma de Dante: “Para Ezra Pound, il miglor fabbro”. Pound era el caos febril, esa opulencia de la palabra sin contener, viva y en continuo avance, festejada de cultura y de vértigo. Eliot era el académico, el que propendía incansablemente al orden y a esa misma opulencia de la palabra, pero contenida, cartesianamente volcada con el primor de lo riguroso. Pound es el abismo; Eliot, el pulcro gobernador de ese territorio perdido. 


6


“En parte por astucia, en parte por desfachatez y también por accidente, una reputación de sapiencia y erudición, de la que he tratado desde entonces de despojarme (una vez que ya no me servía para nada)”. Eliot descreía de la notoriedad. 


7


Hay una cadencia de los cantos de plantación en Los cuatro cuartetos. Se aprecia ese ritmo. Eliot creció con ese ritmo en la cabeza. Scott Joplin sería una referencia popular en el más grande poeta inglés. Paradojas. Pequeñas anomalías interdisciplinarias. Luego le afecta el simbolismo de Baudelaire y la enorme herencia griega. También el sólido edificio de la monarquía como institución y la de la filosofía oriental como bálsamo para combatir el destrozo de la cultura cristiana . No hay poeta que maneje esa variedad de influencias. El pueblo sin creencias religiosas se deifica a sí misma. 


8


En 1917 entra a trabajar en el departamento comercial del banco Lloyds. Escribe para no ser Kafka o escribe para serlo. Aquejado por los quebrantos de salud propia y ajena, ocupado en cuadrar números, desoyendo a quienes le recomendaban reposo y consejo médico para no caer en la locura o en el tedio, revisó en París, a la vera del loco Pound, The Waste Land. Lo afinó, según aclaró más tarde. Esa comunión es fundamental en la historia de la literatura del siglo XX. Pound sostiene que es un “crimen contra la literatura” que Eliot pase diez horas al día en un despacho sin ventanas de la banca Lloyd’s 


9

Afino yo ahora mi oído inglés, mi corazón anglófilo, mis deseos de que las enseñanzas en la lengua de Milton y de Chesterton me haga disfrutar con lo escondido, con lo que el traductor no capta. Porque el trabajo de traductor es uno de los más difíciles del mundo e incluso el mejor de todos ellos no satisface al lector exigente y se deja embaucar a veces por la sonancia secreta de las palabras, por el arrullo invisible de los verbos. Tengo la traducción de José María Álvarez. No conozco otra. 


10


Leo a Eliot en su esplendoroso inglés. Hay que leerlo en voz alta, con humildad y esfuerzo en mi caso. Hay que dejarse ocupar por la música antes de que se impregne el significado. Lo perdimos, escribió el poeta: tuvimos la experiencia, pero se extravió su sentido. La poesía es, ante todo, deslumbramiento y hechizo. Es después cuando la música, su encantamiento y su milagro, dan paso a las ideas. 






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