La realidad existe porque creemos en ella. La fe es el aliento que mueve su maquinaria hermosa e impredecible, la que percibimos y la que no. Fe en que llueva con fiereza y en que luzca primorosamente el sol. Fe en la niebla y en el frío. En el dolor y en la ausencia de quebranto. En el indefenso llanto y en la festiva risa. Hay que creer en los paisajes y en las palabras. En los gestos. En la dulzura de la vigilia y en su repetida aspereza. Creer en lo limpio de la mirada y en lo áspero de la memoria. En el olvido. Cosa de fe. De creer.
22.6.21
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1 comentario:
Qué fuerza has puesto en todo lo que has dicho o al menos lo percibo, tanta que dan ganas de no dudar de la fe, de que la naturaleza entera sufre pero sigue. No se detiene y mientras tanto todo puede ser belleza y asombro constante.
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