Escribo para ser leído por los demás, eso es una obviedad, algo que se da por sentado, una cosa de Perogrullo, pero de no haber nadie que leyera, en ese no tan alocado horizonte, escribiría con el mismo afán. Es eso: afán, convicción, vicio, si así zanjamos el asunto. Por lo demás, celebro cada lector, aprecio que mi trabajo se extienda, hago sencillo festejo de que I. o A. o M. o P. o J. concedan un hueco en sus menesteres y conversen en la distancia conmigo o me escuchen. Porque escribir es contar sin que intermedie tu voz o sin que se precise la cercanía, el hecho incontestable de que alguien tenga a alguien enfrente y usen las palabras y las palabras suenen. Me es grata la idea de que tengo un único lector, al que no conozco o incluso a quien no tengo por qué conocer. Ese hipotético lector ocuparía el lugar que un creyente le concede al Dios al que venera y con el que conversa. Al final prospera esa fe. Un texto parecería un rezo, muy extremadamente sacado de quicio el argumento. Cuando alguien comenta lo que escribo siento una punzada de curiosa gratitud. Por un lado se viene abajo la idea religiosa de la escritura, cosa que me en cierto modo me agrada; por otro, se hace tangible la sencilla (en el fondo) función conativa del lenguaje. Yo hablo, alguien escucha. Saber que eso se realiza a diario me sigue pareciendo un maravilloso milagro doméstico. Por todo lo cual, oh, lector anónimo o conocido, gracias por leer, gracias por escuchar. Algunos de vosotros lleváis años ejerciendo esa labor callada. Qué osadía la mía al recabar vuestra atención con tanta obstinado ímpetu. Son años y no sé cuántos escritos (dice el editor que va para tres mil) y algunos continuáis a la escucha. ¿Hay alguien? Sí, soy yo. Así vamos. Yo no flaqueo, pero entendería que el lector lo hiciera. De ahí que, al final, tasado todo, comprobado y pensado, se escriba para uno mismo. Dura ese placer lo que se tarda en escribir. No me enredo en releer lo escrito. No me gustaría. Yo no sería un buen lector de mí. Qué manera de empezar el domingo. Que sea alegre. Que lo apuren con ganas.
6.6.21
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1 comentario:
Hermoso..
El principal placer es escribir y plasmar espontaneamente todo eso que va fluyendo de nuestro interior
Luego si nos leen o comentan quizas sea mayor ese placer (o no)..
El caso es que nada como hacer lo que amamos. Un abrazo
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