13.6.21

Dietario 133

 Algo me endemonió hoy. Lo dijeron en la tele, nada más ponerla. Lo escuché sin dar crédito y, al tiempo, sorprendiéndome de que lo escuchado me hubiese afectado tanto. Pensé si empezar el día endemoniado no sería un lastre y no habría manera de volver al primerizo y entusiasta ánimo con el que me levanté. Antes de acabar el café, conforme la televisión iba ofreciendo su horroroso carrusel de desastres, adquirí la inesperada certeza de que no era para tanto o de que esa importancia excesiva no era conveniente. No es que me forzara a pensar así: es que de verdad lo hacía. Endemoniarse es cosa poco novedosa y no le da uno más importancia. Tan pronto se zambulle uno en su veneno como se sale de él sin percatarnos de su efecto. Esa imprevisible manera de comportarse hace que no haya que darle más aprecio y dejar que todo regrese a su ser natural. El mismo asunto al que antes se le daba trascendencia discurre después con pasmosa irrelevancia. Lo que nos encrespó es más tarde liviano asunto que apenas nos entretiene. Los domingos son así. Se endemonian y se dulcifican con inusitada frecuencia. La realidad que nos encabrita es la misma que después nos apacigua. A veces no tienen que hacer uno nada: dejarse ir, no creer que siempre estaremos endemoniados (qué locura) ni que la dulzura que viene después (ese estado de idilio con uno mismo y con la armonía del cosmos entero) tampoco durará para siempre. No he visto domingo que no tenga esa tornadizo condición. Digo domingos y podría decir lunes. Esos tienen más que decir, pero no me apetece ahora. Vendrá con su habitual firmeza y hará que las inquietudes del domingo (tan altas, tan nobles) sean frívolas, no contengan nada que merezca recordarse. Escribir ayuda a que los días no se salgan con la suya. Los combate la escritura con su secreto oficio de coraza. Escribir es traducir el trasiego de los días. Creo que no es la primera vez que se me ocurre eso y es posible que hasta haya usado las mismas palabras. No obstante, es la primera vez que lo digo ahora, por lo que es la primera vez que lo estoy diciendo. Lo que sí me está quedando claro es que en ocasiones la semana es domingos y lunes, como si los otros días sólo fuese un adminículo torpe o irrelevante que tiene una mera función de engranaje. No nombro al viernes porque el viernes merece él solo un escrito aparte y debe ser entregado en viernes, nada más arrancar el día. Eso haré. Vamos. 



1 comentario:

eli mendez dijo...

y si ...hay dias que si encendemos la TV de repente pasamos a ser o a estar endemoniados..Poco bueno por ver, poco que llene el alma, que nutra.. pero por suerte volvemos a ser y a estar lejos de esa situacion no tan grata..
Me quedo con eso que siento que de alguna manera a todos los que andamos por aqui no identifica bastante.."Los combate la escritura con su secreto oficio de coraza.".Un abrazo y buen incio de semana

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