17.3.24

Soliloquio del dormido

 una hemorragia cándida y dulce vacía mi cuerpo, desaloja primero la voz, luego me arresta en el hueco del sueño, ahí hago sutiles navegaciones elementales, cubro distancias de azúcar, paisajes de plástico, extensiones que a mi paso se ondulan y arquean, se pierden y súbitamente ocupan el entero paisaje sobrevenido, turgentes, plenas, respirando con un pulmón de dios, con un pulmón secreto, el aire sublime de toda esta pereza increíble, no obstante agoniza, enmudecida por el vértigo de los días, la inspiración, el sueño es un bosquejo rudimentario de otro sueño, la palabra es un palimpsesto de otra palabra, la luz es el eco de otra luz, la soledad salda cuentas atrasadas con el poeta a solas con su palabra, el poeta no tiene otra cosa que palabra, la palabra escoltando palabras, una ruta que casi nunca da en el blanco de la idea, pero la merodea, la asedia, la incomoda en lo que puede, la noche con alas como un arco tensado sin júbilo ni excesos galopa furiosa la espalda, furiosa, encabritada y libre, cercada por el aire, libando la piel, hurgando adentro, buscando el alma en la carne expuesta, abrevando la voz en la superficie perfecta de un gemido


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Comparecencia de la gracia

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