Hay palabras que lastran un desprecio. Algunas, por más que se las legitime y se dé consenso popular a su limpieza, no terminan nunca por prestigiarse. Una es advenedizo. Se la iguala con intruso, con trepa, con arribista, todas portadoras de una carga semántica lesiva. El advenedizo es quien viene de un lugar distinto de aquel donde se ha establecido, refiere el diccionario. Adjunta la entrada que forastero, extranjero y foráneo son sinónimos. A la lista de términos canjeables se añade maliciosamente el adjetivo ajeno. Es el otro, el distinto, el que nos hace precavernos. Lo ajeno granjea una desafección, se propaga la idea del malestar de lo diferente. La animadversión es término que también funciona en lo más íntimo, en el ánima que la funda. El rechazo al otro es inargumentable, parece deducirse. Es el alma la que lo declara ingrato, a saber con qué criterio formula su oposición. Lo nuevo no entusiasma, por desgracia. Nos gustamos en la costumbre, en el ejercicio de la rutina, en la propiedad de los recuerdos. Se prefiere no atrevernos, no vaya a ser que la osadía revele lo equivocados que estábamos. Quien se aventura en lo nuevo, vive más. Todas estas conductas reprochables del decir se las arroga el diccionario sin manifiesto pudor. Deja caer aquí y también allá su costumbre de herir adrede, no a ciegas ni con el candor del ignorante. Los diccionarios no son inocentes: su influencia alcanza a cualquiera que pretenda entender y ser entendido. Tal vez importe menos la precisión y baste comunicar, ese será el signo de estos tiempos. Escuché o leí de alguien que el libro que se llevaría a una isla desierta sería el diccionario, que en él estaban todos los demás libros. Hoy he ojeado el de casa con arrobo. He ido juguetonamente de aquí para allá y he apreciado su robusta condición de pilar de lo que quiera que deseemos construir. Y salgo a la calle con el mismo arrobo y la luz la contemplo con ese mismo interés un poco entomológico, de quien hurga y anota y se relame de gusto ante el hallazgo de un término nuevo. Hace un momento surgió ciclamen.
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