Supongo (pues no hay otra herramienta sino la de la especulación) que al final Dios reconocerá a los suyos. Habrá un afecto distinto cuando abra las puertas del cielo y acoja a los que creyeron en su gobierno o en su paraíso y a los que lo pusieron en duda o los que lo negaron abiertamente, pero anoche soñé que a Dios se le mudaba la bondad que nos han vendido siempre y que, mirado de cerca, a ras de ojo, como quien dice, expresaba una especie de ladina maldad, muy sofisticada, que daba al traste de modo brutal con la voluntad religiosa de las criaturas que dijo haber creado. Nada, no obstante, que desmiente o confirme la idea que en el paraíso la Divinidad nos confortará como nos contaron. Nada a lo que aferrarse salvo la fe, que es un arcano en sí misma, una construccion similar al amor, inarticulable, asequible únicamente para quienes comprenden su mensaje y reciben su gracia. Yo, en mis sueños, alcanzo estados de complejidad teológica que ni por asomo vislumbro en la vigilia. Debería haber una máquina que los registrase. Una en la que confiar para saber ya de una vez por todas si estamos en complicidad con las alturas celestiales o definitivamente, como presumo, no poseo ningún tipo de interés en intimar con ellas. A lo que no pienso renunciar, por más que una voz de ahí adentro me revele lo inútil de todos estos desvelos, es al placer de estar varado en este limpia incertidumbre. Creo que el sueño que tuve explica realmente eso: las razones de mi descreimiento, el motivo por el que no comulgo, todas las partículas elementales de laicismo poético con el que me visto cuando salgo a la calle, escribo en mi blog o departo alegremente con los amigos sobre lo mundano y lo etéreo. A lo que se inclina mi naturaleza es al juego y posiblemente hay pocos, vencida ya cierta edad, que me restituyan una más agradable sensación de confort espiritual que éste de buscar dioses en los sueños. La realidad, que viene a veces muy cabrona, te enseña que hay otros asuntos que requieren una atención mayor. Que los dioses pueden esperar allá en sus benditas nubes. Que nuestro cerebro no nos pertenece del todo
1.5.21
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1 comentario:
Un gran texto Emilio.
Las cuestiones de fe, son complejas, cada quien con su creencias, todas válidas por supuesto si nos ayudan a enfrentar el nuevo día, a vivir mejor, a sobrellevar las dificultades con esperanza..
Será nuestra vida un sueño? Estaremos soñando que vivimos? o viceversa?
Verdad que hoy nuestro cerebro esta ocupado con muchas cosas pero la persona de fe, igualmente no pasará al segundo plano a sus dioses .(creo).
Abrazo de sábado y siempre el placer de llegar a este espacio interesante en sus contenidos.
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