Los amantes de Magritte se besan sin conocerse o se besan sin amarse o el amor es una instancia a la que no dan alcance sus pequeños devaneos sentimentales y todo queda en un beso. Quizá exista una forma de amor que sacrifica el conocimiento exhaustivo del ser amado. No aspira uno a conocer al otro cuando ni siquiera maneja la certeza de conocerse a uno mismo. Lo de ir a ciegas no es novedad en asuntos del corazón, es antigua la acuñación de ese atributo lingüístico. Ahora se va a ciegas y embozados. Cuando acuda la normalidad epidérmica (caras expuestas, plenitud del gesto) veremos si no echamos en falta ir sin exhibirnos del todo. Afantasmados. Un poco anónimos, aunque seamos nosotros y se nos conozca. El medidor epidemiológico está feliz porque marca mínimos (cualquier mínimo es mucho, en fin) pero no se ha puesto a funcionar ningún medidor espiritual. Ahí estamos tocados. Ahí nos han dado bien.
20.5.21
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