Ilustración: Alberto Mott
La mosca en el cuerno del buey se cree arando. Al libar la flor, la abeja industriosa se pretende jinete. La ola, blonda del agua, cuando trisca la soledad del aire, se figura pájaro. Así el enamorado al dar su primer beso cree conocer el amor o el que factura un apreciable soneto un príncipe de la luz, un Góngora. La realidad, tan poética ella a veces, sabe truncar esos improvisados oficios de la imaginación. Da las puntadas con su severo hilo, pone a cada cual en su cabal sitio.
Ilustración: Alberto Montt
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