Supper's ready es la pieza definitiva de Foxtrot, uno de los mejores discos del populoso (y hoy desvanecido) rock progresivo. La épica de sus casi veinticuatro minutos es un ardoroso tributo a la mitología griega, a los textos apocalípticos y a la coyuntura política de la época en que Peter Gabriel se creía un epígono de algún dios rudimentario y vengativo o un mercader de espejismos sonoros. Dividida en siete secciones ensambladas primorosamente, la canción relata la vieja lucha entre el bien y el mal, una especie de Armagedón en la cabeza de un poeta de pronto conmovido por la decadencia del mundo. Ahí están todos las mesnadas celestiales: se les oye gemir, implorar, rogar por el advenimiento de la belleza, por la eclosión de todos los ángeles desde sus moradas en la Jerusalén del cielo. No sé las veces que he sido lastimado, reconfortado, derribado y vuelto a poner en pie al entrar en esta catedral de surrealismo gótico y naïf. Hay ranas que son príncipe, príncipes que son ladrillos, ladrillos que son huevos hasta que surge el ave. Puedes escuchar al flautista de Hamelin conducir a los niños bajo tierra, ver a los dragones salir del mar o el caer el fuego del mismo cielo. Sigo aventurándome en su espesura de sus sombras. No se precisa entender lo que cuenta, podría uno dejarse conmover por la lírica retorcida de la voz de Gabriel recorriendo las estancias del caos hasta que alcanza los santuarios de la luz. El maestro de ceremonias oficia el desempeño de las artes oscuras. La teatralidad extrema de Gabriel proviene del vodevil, de la ópera bufa, del carnaval de las grandes epopeyas de la literatura. En el fondo, Supper's ready es una canción de amor. Tal vez todas las canciones lo sean. Se va entenebreciendo después poco a poco. Observaremos con reverencia a Narciso convertirse en una flor. ¿Una flor?
Video: Nathaniel Barlam
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