Lo arrobado, lo que embelesa, fascina o arrebata no funciona sin que lo sosegado, reposado o aplacado ande cosido a su costado. Hay días de contemplación botánica (ves las rosas en el patio y descubres que puedes echar media mañana ocupado en descubrir cómo crecen) o de trajín inaplazable (ves la calle como un vértigo, miras dentro de tu cabeza y tu cabeza es una extensión de todas las calles posibles). Hay canciones que son la vida. Hay abrazos que sanan. Hay adjetivos que hasta tienen su contrapunto fonético. Como si el sentido de lo que expresan precisara una restitución con más empaque, que en el decir, su solo desempeño físico, contrajera ya un cierto compromiso con lo que significan. Las palabras funcionan como imanes. Hoy las tendré a mi cuidado. Es un trabajo metódico el que solicitan. Basta una que no case con la que la escolta hacia la siguiente o con la que la ensambla con la anterior para que todas las convocadas malogren su presencia. Alguna felizmente solicitada podrá justificar la compañía de las demás. Avanza lo escrito a ciegas a veces, pero con próspero afán de que la luz lo abrace. Sigo corrigiendo mi novela.
21.7.24
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