20.8.21

Dietario 179

 

Hay días de un gris martillo o de un gris escombro, días con una emergencia de caballo desbocado, días perfectos para razonar el declive del imperio del corazón, días de óxido en la retina y un límite de estiércol en el pulso, días con sangre de pato debajo de todas las multiplicaciones, días de consecuencias incalculables y gatos desentendidos en la acera mientras enfilas calles hacia el trabajo y piensas qué te está aguardando y no conoces, días que revelan la audacia de las horas al condenarnos a su tránsito, días sin la voz  de Leonard Cohen en el hotel Chelsea cuando todo era vértigo y era fiebre, días de blues subterráneos, días de habitaciones baratas en una pensión de barrio con un cenicero lleno de metáforas, días de un volumen insoportable en el corazón, días para dejarse crucificar por el viento y no contener el llanto, días azules de la infancia de pronto ante ti como una estampa de una virgen, días bizarros de cuenca de ojo de vaca, días abiertos en canal y levemente maquillados para el velatorio, días sin letras de Van Morrison, días de puro asombro, días en los que planeas deshacerte de todo a lo que no das el aprecio debido, días sin presentimientos que ocupan un renglón en un diario perdido en un parque, días sin lírica ni besos, días con una costra adherida a las horas, días sin letras de José Agustín Goytisolo, días de moho caliente en una hogaza de pan duro, días de abrazos partidos a la puerta de un dispensario de júbilos, días con mapas trucados por el azar, días de sentimientos minerales, días de un frío enfermo que no toma su dosis diaria de melocotón en almíbar, días de resurrecciones inaceptables, días de suicidios brevísimos, días abalconados a la tragedia, días de una espesa carnalidad, días de flores en un cuadro que no entiendes, días sin letras de Ángel González, días de humedad en el hueco en donde se va alojando el alma, días de retroceso en el percutor del entusiasmo, días de disidencia en el espejo de los sueños, días sin letras de Charles Baudelaire, días confusos de nombres que consienten la piedad y la ternura, días de caligrafía perturbada, días de fonética infame, días en los que hubiese sido mejor no haber puesto el dedo en la llaga, pero la llaga está y no ha renunciado a su cuota de texto.

 

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