29.6.25

Pequeña intendencia de la sangre invisible

 

La tristeza es la ceniza cuando nadie recuerda el fuego. Duele más la tristeza que la muerte. El silencio es un mapa de la oscuridad. Hay que contar hasta cien con los ojos vueltos hacia adentro. Ahí el humo de las palabras, ahí el temblor con su muñeca rota. Mi padre sabía el nombre de todos los poetas del veintisiete. Cuando la voz le abandonó, recitaba versos con el tumulto de la sangre que recorría la pierna que le amputaron. Le hablaba a la sangre inventada. Yo fui un soldado en las guerras del Peloponeso. Yo fui el que besó a Ava Gardner en un cine de verano de San Andrés en 1957. Esas eran las palabras que su boca ciega pugnaba por decir. La sangre no es de escuchar. El cielo está a medio hacer. El corazón desobedece al aire. Ayer tuve un puñado de almendras en la mano. Pensé en el origen del mundo, en el primer árbol, en la semilla pura y sin historia. Una niña vino y me habló. Dijo eres alto, no tienes pelo. Hay que saber decir las cosas y no esperar a que lo dicho dé una respuesta. Las respuestas están sobrevaloradas. Debería haber una intendencia gubernamental que legislara la formulación de preguntas. Ir guardándolas, ordenarlas por temas. Preguntas sobre los lepidópteros, sobre la derecha del padre, sobre los bares cuando cierran. Responder es disminuir la opulencia de la incertidumbre. Incluso arruinarla. Esta mañana fui a tirar la basura y una señora paró el coche. Dónde está la piscina. Cualquier camino termina en ella, pude haberle dicho. Fui amable, di las indicaciones, me sonrió. Las piscinas empiezan donde acaba el misterio. La entera rendición de las grandes obras de la literatura universal es una única pregunta que se extiende sin conciencia de su quebranto. Responder es abrir una nueva pregunta, que no difiere de todas las anteriores. Nadie sabe qué pregunta es. Mi padre la repetía en su cabeza, en la sangre invisible de su pierna retirada. No poder hablar hace que escuchar sea un acto sublime. Ahí el humo de las palabras, su ceniza, su temblor sin gesto. 



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