1.5.23

Sobre la muerte de la poesía y cuatro poemas

 Dice hoy Manuel Vilas que la poesía ha muerto. Hasta si es de tinieblas adoro su oficio, su cuidado en atenderme, su empeño en mejorarnos. He vuelto a escribir poesía hoy. La pulo, me obligo a que no sólo brote, sino que haga residencia y me conmine a que sea yo el que la atienda y la mejore. Yo creo que Vilas es más provocador que poeta o novelista. Si mañana salta con que la novela ha muerto, empiezo otra. Me durará cinco años, siete, pero será mía y yo, si nos llevamos bien, seré suyo. Al final la literatura es un acto de amor. Aquí unos poemas de hace tres años. Leídos hoy de nuevo, están pidiendo una poda, un lifting, un no quedar así para siempre.


4 poemas cortos


ALMA

Antes que incendio o vértigo o fuga,

el alma fue cáliz,

ala abundante,

júbilo en plenitud,

un desmayo dulcísimo. 

BIOGRAFÍA

La caligrafía es siempre el cuerpo.

Su pulso herrumbrado.

La sangre demolida.

HERÁLDICA

Mirar atrás y advertir que nunca alentamos

otros prodigios sino los más sencillos.

En estas libaciones frívolas de la razón,

en esta herida pura, encontrar el silencio

dulce como labio que galope y escarbe

y fecunde todo este entusiasmo,

las tardes sin épica en las que es posible todavía

conducirnos sin vacilación ni miedo

por todos los venenos ciegos del mundo.


ESTANCIA

Ser feliz

salvo en lo verdaderamente importante.

Dejarse

patria, cordura, fe

en discutir si Dios es quien dicen

y reparte las causas, el manso azar

y la estricta pena de dejarnos morir

sin habernos instruido

en los avatares íntimos del juego.


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